De la misma manera que saber pintar una pared no implica ser capaz de pintar un cuadro, manejar la lengua de forma natural no supone conocer bien la ortografía y gramática. Si no se percibe que algo no está bien, no se mejora; y lo que no se sabe que está mal no se cambia. Por eso es necesario contar con un profesional, pues corregir un texto requiere cierta habilidad incluso cuando ha salido de la mano de un profesional de la lengua, sea escritor, traductor o profesor, siempre es necesaria la corrección, ya que nadie lo sabe todo y todo el mundo se equivoca. Cuando se ha escrito un texto y los ojos ya han pasado por él varias veces, no se detectan los errores; son necesarios ojos frescos y, además, entrenados (Fundéu).
Contratar a un corrector profesional es una manera fantástica de obtener lo que quieres decir, escrito de la manera en que la gente quiere leerlo. No importa si se trata de una tesis o de un libro, un corrector puede ayudarte a encontrar las palabras correctas, así como asesorarte sobre la estructura y el estilo.
El corrector no solo aplica las normas establecidas por una institución o un manual de estilo, sino que también conoce los usos y las costumbres que otorgan su caracter genuino a una lengua; además, aplica los mecanismos para enlazar o separar ideas, domina la puntuación y es capaz de dotar al texto de riqueza léxica (Fundéu).
Tanto si eres un contador, un educador o un abogado el hecho de elegir las palabras correctas de la manera adecuada puede suponer la diferencia entre alcanzar el público al que quieres llegar o alejarte de ellos definitivamente.
Contratar un corrector profesional te dará la seguridad de que cada una de las palabras se ajustará perfectamente para alcanzar tus objetivos. Nuestro proceso simple permitirá compartir tu experiencia, y nuestro equipo de profesionales corregirá de forma precisa tu obra.
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